Ex comunista ateo defiende a Benedicto XVI | La Tribuna.hn - Una voluntad al servicio de la patria.

En nombre de la defensa de la vida, atacan los portavoces institucionales de una cultura cuyos pilares éticos globales consisten en los espermicidas, en el aborto moralmente indiferente, en la planificación familiar forzosa del sexo de los nascituros, en la selección eugenésica de la vida y su reproducción artificial como medio para la investigación, la eutanasia y el comercio.

Se quejan porque Benedicto XVI reafirmó su convicción de que no se combate el sida con simples condones. Se trata de una convicción que es capaz de aguantar cualquier posible prueba y verificación, puesto que el preservativo sólo es la vía al hedonismo y la promiscuidad sexual que conduce al contagio. Y esta convicción es compartida en África por la gran mayoría de los operarios sanitarios que ya no creen en los laboratorios y en las ONG’s comerciales y millonarias.

Todos saben algo que no muchos se arriesgan a repetir en público por temor a ser sancionados y desterrados como herejes del pensamiento único dominante. Todos saben la tasa de infección de Washington, la capital americana, que hospeda al FMI. Todos saben que la tasa de infección ahí es igual a la de Uganda –el 3% de la población mayor de los 12 años–, demostración patente de que la diferencia proviene de los comportamientos de riesgo y no de la disponibilidad de los profilácticos, que es universal en la ciudad de Washington.

Europa acusa al Papa con increíble jactancia, con infinita presunción, con un lenguaje de chantaje moral y desde lo alto de la obscena práctica de 1,000 millones de abortos en 30 años. Europa debería cuidar más sus valores éticos y huir del hedonismo, para que deje de ser un vetusto e interminable asilo de ancianos.

Para evitar el sida –dice Ferrara– hay tres caminos: la abstención y la fidelidad o el inseguro condón cuando ya no se aguanta más, aunque les traiga la muerte.