La juez acepta que un enfermo de sida terminal no ingrese en prisión.

Juan Carlos, de 35 años de edad, pesa menos de 50 kilos (mide 1,67) y necesita una mascarilla de oxígeno para respirar. Padece una insuficiencia respiratoria aguda y severa, infección respiratoria y fracturas vertebrales traumáticas, entre otras patologías detectadas por los médicos, según constan en la documentación aportada por la familia en el juzgado. Entre esas «otras patologías» está una infección de VIH, el virus del sida, detectada en 2002.
 
En su historial médico se pueden leer las palabras «enfermo terminal». Su padre, Miguel Morales, confiaba en que la Justicia permitiera a su hijo esperar el final en un centro médico, donde reciba la atención adecuada, pues estaba convencido de que en la cárcel moriría «en pocos días», aseguró por entonces.
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