No ha habido lugar a excesivas novedades ni grandes optimismos en la 5ª Conferencia de la Sociedad Internacional del Sida (IAS) que ha reunido hasta hoy en Ciudad del Cabo a 5.000 investigadores y profesionales de la sanidad en la lucha contra el SIDA: la ansiada vacuna se percibe lejana todavía (aunque se ha iniciado el experimento de una vacuna sudafricana, anunciada el pasado lunes), hay avances en microbicidas pero todavía falta probar su éxito y se reproducen las denuncias sobre la enorme disparidad entre los países ricos, con 34 medicamentos disponibles para los infectados y los países pobres —los más afectados—, con sólo ocho marcas que combinar (algunas de ellas ya no se usan en Occidente) y falta de fluidez en los fondos para la lucha contra la enfermedad.
Por cada persona infectada que inicia tratamiento, un mínimo de dos se han infectado. Esto hay que pararlo". Muntaner hace referencia a nuevos estudios que alertan de la virulencia de la infección en los primeros estadios de acceso a un cuerpo sano.
La diferencia entre los países ricos y pobres se detecta asimismo en cuándo se inicia tratamiento. En Occidente se asume que se sitúa cuando el recuento de CD4 (células blancas del sistema inmunológico atacadas por el VIH) alcanza un mínimo de los 350 por milímetro cúbico. En países pobres, el parámetro se situaría en los 200, aunque en Sudáfrica, por ejemplo, la media con la que los pacientes inician su tratamiento es de un bajísimo 87.
Durante la conferencia, la ONG Médicos sin Fronteras ha denunciado además la falta de medicamentos de segunda generación (la resistencia a los de primera es habitual dada la mutabilidad del virus) y la inadecuación de algunos de primera, que se siguen utilizando en países pobres aún cuando han sido ya retirados en Occidente por perniciosos efectos secundarios.