Impedir este debate podría llevarnos a la denominada por algunos como “nueva inquisición laica” que ya se está practicando en Bélgica, en donde el Parlamento ha querido convertir al nuevo Papa en un “hereje civil” por sus declaraciones en el más reciente viaje al Camerún. De nuevo, independientemente de que uno comparta o no su declaración respecto a si el uso del preservativo es o no la única o mejor solución en la pandemia del SIDA, nadie puede negarle a un líder espiritual el derecho a expresarse sobre temas que tienen relevancia moral para sus seguidores.
En la preservación de la democracia, así como son indebidas las intromisiones de una en otra rama del poder público, son también indebidas las expresiones de legislativos de una nación en las actuaciones de otra nación que tiene como obligación de esencia el dar indicaciones morales.
¿O es que ahora los políticos son también líderes espirituales que, ademásm les niegan a las instituciones el derecho a debatir políticas públicas?
