No sólo con condones. La Verdad

Entre el 60% y el 70% de los 4.325 sacerdotes y religiosos -nativos y extranjeros- de las 24 diócesis católicas de Camerún son víctimas del VIH; para entendernos, víctimas del sida.

En ningún momento o pasaje de las palabras del Papa puede encontrarse una condena expresa de los condones. Para comprobarlo basta con ir a las hemerotecas que reproducen fielmente los propósitos mantenidos por Benedicto XVI con una periodista francesa. Ésta le interpelaba sobre si le parecía realista o eficaz el juicio negativo de la Iglesia sobre los condones... La respuesta del Papa subraya -y esto es de sentido común- que «no se puede superar este flagelo sólo distribuyendo profilácticos». Y también: «No se puede superar el problema del sida sólo con eslóganes».

Hay que dejar muy claro que el Papa no exorciza el uso del condón, lo que no deja de ser una novedad en los usos y modos del Vaticano. Se limita a desautorizar el exceso de confianza de quienes reponen toda la solución del problema del sida sólo en el condón. Con el eslogan «póntelo, pónselo» se puede contener la expansión de la pandemia y está bien; pero su apelación resulta frágil, particularmente para los jóvenes que, en cualquier momento, pueden verse frente a la tentación de mantener relaciones sexuales completas a pelo. La autentica solución ha de venir por el camino de la educación sexual, por eso que el Papa, en África, ha definido como «la humanización del sexo».

Para dar la razón a Benedicto XVI bastaría con mirar alrededor y ver, por ejemplo, lo que pasa en la ultramoderna (¡) ciudad de Washington, Distrito -concretamente- de Columbia. Lo que ahí ocurre no se debe a falta de condones ni a ignorancia de las gentes -particularmente entre las de color negro- sobre los profilácticos. Pero el dato está ahí: el número de los infectados por el sida se sitúa al mismo nivel de los enfermos por el VIH de Uganda o de Kenia.