Ella tuvo dos mellizos y en el año 2010, su esposo le confirmaba la noticia: él tenía sida desde hacía 20 años y lo ocultó durante la relación sentimental.
El matrimonio prácticamente se acabó y la mujer luchó por un castigo ejemplar para aquella persona que la contagió de una enfermedad incurable.
El fiscal Martínez indagó la causa y lo imputó por lesión grave. Este tipo penal establece una pena privativa de libertad para el que “intencional o conscientemente causara una enfermedad grave o afligente”.
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